Si bien es cierto que políticamente siempre me he declarado ácrata y estoy convencido que la organización comunitaria puede alcanzar la autosustentabilidad con sus propios esfuerzos, el caso de Venezuela me parece tan singular que no soy del grupo de quienes se dejan llevar por los encabezados de los medios de comunicación capitalistas, tan dados a abordar los temas de un modo superficial con la esperanza de vender más ejemplares.

Incluso en la ciudad mexicana en la que resido, me sorprende el número creciente de venezolanos que se encuentra uno a cada lugar que va, y la primera pregunta que golpea mi mente es ¿cómo es posible que un señor al que los venezolanos dicen odiar, se mantenga durante tanto tiempo en el poder?

Y algunas de mis respuestas posibles son las siguientes (y ninguna me parece que habla bien de los venezolanos):

1. En realidad, la gran mayoría de los venezolanos apoyan al presidente Maduro, y ese gran respaldo popular es el que lo ha sostenido en el poder.

2. Pero si quienes los respaldan son en realidad una minoría, los venezolanos están demostrando ser incapaces de organizarse para derrocarlo, o son muy poco comprometidos con su país, por lo que consideran que es mejor abandonarlo y darle la espalda que dar la pelea.

3. En realidad los venezolanos se quieren ir por la fácil, y en vez de buscar y crear oportunidades de desarrollo en sus poblaciones a través de iniciativas propias, no quieren dar el extra y prefieren irse de empleados a cualquier lugar con el primer pretexto, en lugar de esforzarse por sacar adelante a su familia, a su región y a su país con su esfuerzo comprometido.  Hablan de mucha hambre y necesidad, pero con tantos años de Maduro en el poder deberíamos estar viendo poblaciones enteras con hambruna, con la piel pegada a los huesos y aún no he visto esas imágenes hasta ahora.