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Están los dos lados de la moneda. Si no lo regulan, se crea una actividad paralela (de volumen muy menor al mercado fiat), más libre, pero con barreras para algunos de los que quieren entrar a utilizar el bitcoin, que buscan tenerlo todo al amparo de las regulaciones.
Por otro lado, si se regula, se "bancarizan" las soluciones, y los gobiernos suelen complementarlo con una usura fiscal desmedida, siendo lo segundo determinante en la postura que uno toma en este asunto, al amparo del margen de maniobra que le deje la primera.