El problema es que muchas veces la gente no desea votar para llegar a la solución correcta. Se producen otros conflictos de poder, en ese caso, basado en las mayorías. Es totalmente factible, por ejemplo, que en una sociedad de mayoría de jubilados, o de funcionarios, o de asalariados, decida democráticamente "esclavizar" al resto de la población. El poder es el de la mayoría.
No lo oirás en muchos sitios, pero la solución a los problemas viene del amor genuino al prójimo. No liberalismo, no comunismo, no democracia para todo. Amor genuino al prójimo, que está en las antípodas del odio y de la destrucción, y que no entiende de política.
No digo que te falte razón en lo del amor al prójimo, y sería lo ideal en una sociedad ideal (no me gusta la palabra "utopía", porque utopía fue durante milenios llegar a la Luna y bueno, ahí estuvo el Apolo XI cuando un grupo de seres humanos dedicó suficiente tiempo, recursos e inteligencia a alcanzar esa meta "utópica").
El problema del que hablas es la vieja cuestión de cómo contrarrestar o evitar la "dictadura de la mayoría". En ese sentido sí hay una expresión social de ese amor que comentas, y se llama solidaridad. Aplicado a la democracia directa, es el mecanismo que llamamos "voto solidario".
Un ejemplo: hay una minoría X que tiene un problema y quiere aprobar ciertas medidas para solucionarlo. A la mayoría de la sociedad le trae sin cuidado ese problema, porque no le afecta. Sin embargo, si esa minoría hace campaña de su causa, hace ver que es justa y la hace visible a la sociedad de forma adecuada, podrá conseguir que mucha gente que, en principio, no iba a votar sobre ello, lo haga de forma solidaria con esa minoría.
Desde luego, eso sería más fácil en una sociedad donde hubiera una cierta "democratización mediática" (en vez de un "complejo mediático-político", como hay actualmente en España), pero incluso en la sociedad actual puede hacerse (más aún con Internet, las redes sociales y demás recursos que hoy tenemos).